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El emprendedor no es una máquina

El emprendedor no es una máquina, ni el mundo un reloj…

Es común que se hable del mundo del emprendimiento como una constante lista de hábitos, rutinas y acciones para llegar al éxito… pero la verdad es que el emprendedor no es una “máquina maximizadora de la eficiencia”, cuyo único problema es determinar cómo lograr una correspondencia entre los medios disponibles y una jerarquía de objetivos dados por otros.

En realidad, el emprendedor no trabaja desde una matriz cerrada en donde los objetivos y los medios están fijados de antemano. Por lo menos no para aquellos que realmente trabajan para lograr la libertad financiera tan prometida.

El emprendedor consciente y atento, no solamente tiene la capacidad de plantearse nuevos objetivos, sino que además, puede descubrir o inventar recursos hasta el momento desconocidos. 

Lo que diferencia al emprendedor despierto de la “máquina maximizadora” es ese sentido de la oportunidad, esa perspicacia que le permite no solo plantearse nuevos objetivos, sino nuevas maneras de alcanzarlos, desde la adaptabilidad y la flexibilidad.

De hecho, el aprendizaje, la experiencia y la proactividad individual del emprendedor le permiten crear una reestructuración tanto de los medios como de los fines.

El emprendedor no es un individuo pasivo, ni el emprendimiento una actividad mecánica. Al contrario, el emprendedor es un individuo activo, creativo e innovador; y el emprendimiento una aventura cambiante que se puede disfrutar mientras se recorre el camino.

Las decisiones financieras de los emprendedores no son cálculos distributivos, producto de la manipulación mecánica de unos datos, ni tampoco tienen como finalidad adaptarse de modo pasivo a las circunstancias presentes.  

Antes de limitarse a un universo cerrado, el emprendedor es un visionario que se proyecta más allá, hacia fines y recursos tentativamente beneficiosos y en ocasiones inciertos.

Es precisamente esta libertad propia del individuo que, antes de adecuarse a las circunstancias presentes, busca transformar su realidad activamente con el objetivo de estar cada vez mejor, la que hace impredecible la conducta económica del emprendedor. 

Por otro lado, la toma de decisiones del emprendedor depende de su interpretación y de su valoración subjetiva.  No poseemos, ni podemos poseer, un conocimiento completo del mundo como si se tratase de un gran reloj cuyo mecanismo está perfectamente equilibrado y determinado. 

En un mundo perfecto no hay espacio ni tiempo para la innovación, ahí no existen oportunidades de ganancia que no hayan sido explotadas previamente.

Vivimos en un universo abierto, caracterizado por la incertidumbre, donde ningún hombre es omnisciente, ni donde las oportunidades de negocio son infinitas. Y por supuesto, en este universo abierto lo más importante es la habilidad para encontrar dónde están las oportunidades aún no explotadas… y ser constante en el camino es lo que le permite al emprendedor triunfar con sus propios méritos. 

Si como emprendedor te mantienes vigilante, en busca de nuevas oportunidades ocultas. podrás ver que dentro del caos y la incertidumbre podrás crear algo auténticamente tuyo.

Carolina Jasion

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